PAUL STOLLER
West Chester University, Estados Unidos
EL ARTE DE LA ETNOGRAFÍA EN TIEMPOS TURBULENTOS
En mayo de este año unos atracadores en motocicleta saquearon tiendas, robaron ganado y mataron a 20 personas en la región de Tillaberi, en Níger – fueron las últimas consecuencias de un ciclo de dos años de violencia provocado por Al Qaeda. Esta noticia me llenó de tristeza. Tras muchos años en Tillaberi, conservo memorias maravillosas de esta gente íntegra y cordial, recorriendo las vistas del río Níger al serpentear por majestuosas dunas y formaciones de arenisca, y por los aromas de las brochetas en las parrillas improvisadas con las que se te hacía la boca agua. Mi profesor, Adamu Jenitongo, vivía sobre una formación de dunas en Tillaberi, un área donde tenían lugar poderosos y hermosos rituales religiosos tradicionales. Lo que una vez había sido una vida social caracterizada por la tolerancia está hoy reemplazado por el fanatismo religioso.
Este trastorno que ha erosionado el tejido social de Tillaberi no es, por supuesto, un fenómeno aislado. Vivimos hoy en un mundo en el que no podemos ignorar el racismo sistémico, la discriminación étnica, la intolerancia religiosa ni la desigualdad económica, por no mencionar la devastación de la pandemia del coronavirus.
¿Cómo podemos los antropólogos lidiar con tales retos en estos tiempos turbulentos?
En esta charla sugiero afrontar nuestras obligaciones como académicos y admitir que muchos de nuestros métodos y convenciones habituales de representación ya no están en sintonía con el estado de convulsión social, política, medioambiental ni económico de hoy.
En los meses que vendrán,
… ¿seremos capaces de pagar nuestras facturas, alquileres o hipotecas?
… ¿seremos capaces de alimentar a nuestros hijos y mantenerlos a salvo?
… ¿infectará el COVID-19 a nuestros seres queridos? Y si lo hace, ¿sobrevivirán?
En antropología sabemos bastante sobre estos dilemas existenciales, pero debido a nuestra fe en estos métodos establecidos de representación, sabemos que nuestros criterios a menudo tienen una aplicación limitada. Para superar los retos existenciales de hoy, propongo que los antropólogos nos sumerjamos en el arte de la etnografía, en la que los etnógrafos articulamos sensualmente las dimensiones sobre localidad, lenguaje y carácter. Tomando prestadas las técnicas del cine, la poesía y la ficción, los etnógrafos dotados pueden elaborar narrativas etnográficas a través del texto y el cine de tal forma que conecten con las idiosincrasias de la gente y sus lugares. Cuando se hace eso, afirmo, una etnografía artística y elaborada tiene la capacidad de llevar a la esfera pública la matizada sabiduría de otros, lo que el fundamento de la mirada antropológica. Esa sabiduría puede establecer una práctica que finalmente conduce a un cambio significativo y una justicia social. En nuestras actuales circunstancias, yo tal vez solo pueda hacer trabajo virtual en Tillaberi y Nueva York, pero, como cualquier otro antropólogo, puedo trabajar para producir una etnografía elaborada que muestre la inspiradora resiliencia de los seres humanos en el mundo.